Cuéntame de Dios

Papá, ¿qué es Dios?
Hija mía
Dios es la energía
Que hay en ti, que hay en mi
Dios eres tú y soy yo
Dios es el viento, el agua, el sol
Dios son las flores, ese árbol del jardín
Dios es un perro
Y un perro es dios

Es así de simple
Y así de extraño a la vez
Dios es el todo y es la nada
Dios es acción y reacción
Si Dios es el mar
Tu y yo somos las olas
Sí Dios es un volcán
Tu y yo el magma, el humo y las cenizas

¿Y qué más papá?
Dios es luz y es amor
Es paz, paz interior
Es la sombra y la oscuridad
Aquello que no quieres amar
Es un boomerang
Ahora viene, ahora se va
Y vuelve a empezar
Dios soy yo, eres tú
Dios es él y es aquel

Aquella roca es Dios
Y aquel sin fin
Dios es horizonte
Inmenso, gigante
Minúsculo, aberrante
¿Dios dónde estás?
Dios eres tú y soy yo
Dios es amor
Es tu interior
Dios es él y es aquel
Dios eres tú y soy yo

(Escribí esta poesía de golpe, sin intervención de mi mente)

Anuncio publicitario

Buceando en mi mismo

Llevo unas semanas de intenso movimiento interno.
Fundamentalmente derivados de la situación externa familiar y también motivados por mi falta de amor propio en algunas circunstancias laborales.

Esas circunstancias externas laborales no son desfavorables, pero algún mecanismo mío personal negativo de intensa auto-exigencia las transforma en falta de amor propio que se convierte en algo muy doloroso.

Es en esos momentos de falta de amor propio cuando sufro de una manera incomprensible. Pero a su vez, la necesidad de comprender ese sufrimiento y aliviarlo, me llevan a bucear dentro de mi mismo.
Es entonces cuando consigo oír mi voz más interior, la más pura, la que me cuida y me orienta de forma muy sabia.

Esa voz, la identifico con la voz de la intuición o también la llamo la voz de Dios. En demasiadas ocasiones la eclipso con la voz del ego, y me hace olvidar quien soy realmente.
Pero cuando la escucho de verdad… Se abre en mi la vida.

Me hace entender y sentir intensamente la felicidad de estar vivo. La razón de existir y lo que para mí es el sentido de la vida. Me alegra además leer el primer post con el que empecé este blog, y ver que a pesar de que lo escribí de forma más intelectual, el mensaje sigue vigente.

El sentido de la vida es ser.

Ahora lo experimento en mis carnes, en mi corazón, no en mi mente.
El sentido de mi vida es existir. Sólo existiendo soy feliz.
Sólo por el hecho de respirar, de sentir que estoy vivo, de ver el sol, el cielo, las nubes, las plantas, los animales, la naturaleza…
Todo cobra sentido.

¿Es éste el amor verdadero?